Su mar amargo me empapa el sentido,
desaparece el miedo.
Su sabor me rapta,
me venda los ojos y el alma.
Lo correcto se vuelve ridículo,
maquillaje barato,
muñeco sumiso al proxenetísmo
salvaje del que somos cómplices y víctimas.
Ahí radica el valor de su aroma,
de su efecto sedante y depresivo,
de su acidez revoradora de mentiras.
No hay verdad que escape a su fusil;
su salva, siempre apunta al corazón.
©José Manuel Román Mesa
lunes, 30 de agosto de 2010
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… el silencio perece
como la misma muerte
y mi mano regresa
al fin de la respuesta
para partir al mundo,
alcánzame en el humo
de mi pobre desierto
rompiendo el segundero,
alcánzame en la guerra
de este rompecabezas
para regresar donde
perdí mis corazones...
© Tomás Mielke
como la misma muerte
y mi mano regresa
al fin de la respuesta
para partir al mundo,
alcánzame en el humo
de mi pobre desierto
rompiendo el segundero,
alcánzame en la guerra
de este rompecabezas
para regresar donde
perdí mis corazones...
© Tomás Mielke
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